Trescientos dólares por cada contribuyente estadounidense durante los próximos 10 años. No para las considerables necesidades sociales de Estados Unidos, ni para ayudar a países verdaderamente necesitados (imagínese lo que 38 millones de dólares supondrían para África), sino para proporcionar armas a un ejército que es uno de los más poderosamente armados del mundo, uno de cuyos principales enemigos son las niñas que blanden tijeras; financiar un ejército que ahora no lucha contra ningún otro ejército serio; el ejército de un país que pocos pueden igualar en pura obstinación, un país que desafía metódicamente a Estados Unidos y a la comunidad internacional. Y lo peor de todo es que este país recibirá otro regalo gratuito, sin tener que dar nada a cambio. El dinero se destinará únicamente a armarlo, lo que lo empujará a cometer más actos de agresión. Ése es el acuerdo y no ha habido ningún debate serio al respecto, ni en Israel ni en Estados Unidos.
En Estados Unidos sólo unos pocos se preguntan por qué. ¿Para qué? ¿Cuánto tiempo? ¿Qué viene a cambio? Y ni siquiera los intereses estadounidenses se benefician del enorme desembolso del contribuyente estadounidense. Pero dejemos a Estados Unidos en manos de los estadounidenses. La única discusión en Israel es si se puede presionar a los estadounidenses para que exijan más. Es bueno que se haya detenido en 38 mil millones de dólares. La parlamentaria Shelly Yacimovich (Unión Sionista) dijo que el primer ministro ya les ha dicho a altos funcionarios de seguridad que pueden “volverse locos”. Una mayor asistencia garantizaría aún más salvajismo. Parte del dinero se destinará a sistemas de defensa, pero otra parte se destinará a mantener la ocupación y, especialmente, a financiar acciones violentas y llamativas, en Gaza y el Líbano, y ejercicios de entrenamiento megalómanos e inútiles contra peligros imaginarios.
“El portaaviones estadounidense en el Mediterráneo”, como les gusta describir a Israel a los estadounidenses (Alexander Haig) y a los israelíes (Moshe Ya'alon), seguirá lanzando bombas y disparando proyectiles, a veces sin restricciones, en nombre de los contribuyentes estadounidenses y su dinero. ¿Obama quiere eso? Ése es el resultado de su política. Esta generosa ayuda, como ningún otro país del mundo recibe, hace que la palabrería estadounidense sea aún más ridícula mientras Israel continúa desafiando a Washington. La protesta estadounidense, la furia en el Departamento de Estado, la ira en la Casa Blanca: todo esto son bromas.
Si se trata del portaaviones estadounidense, entonces los asentamientos, las violaciones del derecho internacional, los crímenes, las incursiones y las guerras que Estados Unidos tiene tanto cuidado en denunciar, se llevan a cabo en su propio portaaviones. Cada balcón adicional construido en un asentamiento está hecho en los EE.UU. Cada asesinato de mujeres y niños en Gaza "nació en los EE.UU." Obama es el patrón de la ocupación, y al diablo con la hipocresía y la superioridad moral.
Los israelíes no deberían estar agradecidos por la generosidad estadounidense; es perjudicial para su país. ¿Para qué necesita Israel más armamento? ¿Por qué necesita hacer la guerra contra el pueblo descalzo de Gaza y los jóvenes de Cisjordania?
Un estadista israelí valiente y honesto habría dicho hace mucho tiempo: no, gracias. Ese dinero no es bueno para nosotros. Incluso sin ello, las Fuerzas de Defensa de Israel son demasiado grandes para sus necesidades. Pero el ritual continúa, Estados Unidos paga e Israel ocupa y bombardea, como si no hubiera otra manera. Ésa es la victoria pírrica de Israel. Ésa es también la victoria personal del primer ministro Benjamín Netanyahu: todas las acusaciones de arruinar los vínculos con Estados Unidos carecen completamente de fundamento. Las relaciones nunca han sido mejores: basta con mirar los números.
No se ha destruido nada en la relación y eso es una pena. Con amigos así apenas se necesitan enemigos. Israel puede seguir con sus negocios, el cheque está en blanco y Estados Unidos está pagando, sin condiciones, durante al menos otros 10 años. ¿Hay alguna peor noticia para Israel?
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