El 1 de enero se cumplió el aniversario de la aparición pública del EZLN, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en 1994. Desde tempranas horas de la mañana del 31 de diciembre de 2012, miles de familias llegaron cargando alimentos, cobijas y víveres al poblado de “Caracol ” de Oventic, ubicada a unos 40 kilómetros de San Cristóbal de las Casas, en el estado mexicano de Chiapas. En Oventic, donde se encuentra el Consejo Zapatista de Buen Gobierno, miles celebraron 19 años de lucha y resistencia durante una fiesta político-cultural que se extendió hasta la madrugada. Dos días antes, el EZLN publicó un comunicado explicando sus próximos pasos, tras la reciente movilización masiva del 21 de diciembre.
Lo que lograron los zapatistas en Chiapas sólo pudo haberse logrado con dignidad, organización y disciplina. El día que los mayas vaticinaron el fin de un ciclo del calendario y el inicio de otro, al menos 50,000 mayas zapatistas salieron de sus zonas autónomas para marchar en silencio en cinco ciudades de Chiapas: Ocosingo, Palenque, Altamirano, Las Margaritas y San Cristóbal. de las Casas.
Esta acción fue la movilización no violenta más grande en la historia del movimiento zapatista, incluso mayor que la marcha de mayo pasado cuando 45,000 miembros salieron en apoyo al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, liderado por el poeta Javier Sicilia, que exige el fin de la guerra contra las drogas. La marcha del 21 de diciembre demostró un nivel de disciplina y coordinación no visto desde el levantamiento zapatista inicial el 1 de enero de 1994, cuando decenas de miles de zapatistas armados tomaron ciudades en todo Chiapas, declarando la guerra al gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari y Rechazando la ratificación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
La marcha de diciembre pasado se produjo menos de un mes después de la toma de posesión del presidente Enrique Peña Nieto, cuya controvertida elección anunciaron manifestaciones masivas por varios movimientos sociales, que ven al nuevo presidente como parte de una oligarquía mediática-gubernamental corrupta. En este contexto, la acción –la movilización zapatista más grande en casi dos décadas– transmitió un mensaje claro: el otro mundo que necesitamos construir sólo puede lograrse mediante organización, disciplina y esfuerzos coordinados diarios.
Las decenas de miles de indígenas mayas marcharon en absoluto silencio. ¿Fue este el resurgimiento de los zapatistas? ¿Una reaparición? No. Vinieron a decirle al pueblo de México y al mundo que nunca se habían ido. Se habían preparado durante más de 19 años para salir “de la oscuridad” el 1 de enero de 2013. Desde entonces, no han dejado de trabajar, organizarse y luchar. Esto lo vimos el 21 de diciembre en los ojos de los jóvenes marchantes que nacieron y crecieron en la lucha zapatista y que ahora tienen 18 años. Lo vimos en las mujeres que marcharon con sus bebés: el futuro de la lucha, su razón para seguir luchando.
esperando una palabra
A lo largo de la jornada, los observadores anticiparon un comunicado en cada uno de los pueblos donde marcharon los zapatistas. Sin embargo, caminaron –ordenadamente, desarmados y en absoluto silencio– sin ningún mensaje que los acompañara. El subcomandante Marcos, portavoz del EZLN, no estuvo presente. Los que marcharon se cubrían el rostro con pasamontañas y portaban la bandera zapatista: un rectángulo negro con una estrella roja en el centro y las letras EZLN.
Nunca antes una acción zapatista había generado tanta anticipación por un comunicado, la forma estándar en que el movimiento se comunica con el mundo exterior. La noche del 17 de noviembre, día en que se cumplieron 29 años de la fundación del EZLN en 1983, apareció un aviso en español en la página web zapatista: “Próximamente, palabras del Comité Clandestino Revolucionario Indígena”. Al cabo de una semana desapareció. El mensaje se volvió a publicar el 17 de diciembre y desapareció esa noche. Dos días antes de la acción, reapareció. Ante los idas y venidas, los observadores esperaban ansiosamente noticias de los zapatistas. Lo que nadie esperaba era que el primer párrafo del comunicado llegara en forma de marcha silenciosa.
Finalmente, al cierre del 21 de diciembre, Marcos emitió un comunicado escrito, que tomó la forma de una pregunta, una protesta y una expectativa:
¿Lo escuchaste?
Es el sonido de tu mundo desmoronándose.
Es el sonido de nuestro mundo resurgiendo.
El día que era día, era noche.
Y la noche será el día que será día.
¡Democracia!
¡Libertad!
¡Justicia!
De las montañas del sureste de México
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena — Comandancia General del EZLN
Subcomandante Insurgente Marcos, México, diciembre de 2012
En internet, el comunicado apareció con un clip de audio de la canción “Like the Cicada”. Compuesta por María Elena Walsh en 1978 durante la brutal dictadura militar de Argentina, la letra simboliza la lucha por la democracia en Argentina y sirvió como un mensaje paralelo al conciso y poético comunicado de Marcos.
Tantas veces me mataron, tantas veces morí. De todos modos aquí estoy, resucitado. Doy gracias a la desgracia y a la mano en puño porque me mató tan cruelmente y sin embargo seguí cantando.
Cantándole al sol como una cigarra, después de un año bajo tierra, como un superviviente que regresa a casa de la guerra.
Tantas veces me borraron, tantas veces desaparecí, a mi propio entierro fui, solo y llorando. Hice un nudo en el pañuelo pero después se me olvidó que no era la única vez y seguí cantando.
Tantas veces te mataron, tantas veces resucitarás, tantas noches pasarás en la desesperación. En el momento del fracaso y de la oscuridad, alguien te rescatará para seguir cantando.
Pistas del mensaje
¿Qué querían expresar los zapatistas con la pregunta “¿Lo escuchaste?”, que se convirtió en un oxímoron encarnado por las 50,000 personas que marcharon sin pronunciar palabra. Cinco marchas en completo silencio, una declaración en forma de pregunta y la letra de Walsh que espera el resurgimiento de un mundo nuevo, cada uno de ellos proporciona pistas que nos ayudan a comprender los acontecimientos que ocurrieron el 21 de diciembre. Ese día, los hombres y mujeres en silencio Su presencia fue un recordatorio y un desafío: estamos haciendo nuestro debido trabajo, ¿y usted? Mientras el mundo que conocemos se desmorona, el grupo sigue construyendo otra realidad “en la que quepan muchos mundos”, como ha escrito Marcos. Estos mayas zapatistas, como describe la canción, renacen todos los días y continúan cantando a pesar de los esfuerzos por matarlos o borrarlos. Continúan cantándole “al sol, como una cigarra después de un año bajo tierra, como un superviviente que regresa a casa de la guerra”.
Una lección de organización y disciplina.
En comparación con las movilizaciones a veces caóticas que ocurrieron en las calles de la Ciudad de México el 1 de diciembre, día en que asumió el controvertido presidente Enrique Peña Nieto, las marchas silenciosas del EZLN destacan como ejemplos de organización y dignidad. Aunque rara vez llueve en Chiapas durante la temporada invernal, el 21 de diciembre comenzó y terminó con un aguacero incesante, y el sonido de las gotas de lluvia se convirtió en el único ruido que acompañó la marcha. A pesar del clima, sólo en la ciudad de San Cristóbal de las Casas al menos 20,000 zapatistas marcharon esa mañana –disciplinadas y ordenadas– desde el pueblo de San Juan Chamula hasta la plaza en el centro de la ciudad.
Alrededor de las 7:30 horas llegaron a San Juan Chamula camiones cargados de mayas zapatistas. Con el rostro cubierto, llevaban un trozo de tela blanca con un número cosido en la tela y llevaban pañuelos rojos atados al cuello. Llegaron hombres, mujeres y niños. Algunas mujeres vestían trajes indígenas tradicionales, cuyos patrones a lo largo de los bordes de la tela identificaban a sus comunidades nativas.
"¿Cuantos son ustedes?" preguntó un observador a un organizador que llevaba un transceptor de radio.
“No lo sé, pero vienen más”, respondió.
“¿A qué hora salieron todos?” presionó la multitud.
“Nuestra comunidad, salimos a las 3 a.m.” él dijo.
Los zapatistas comenzaron a caminar hacia el centro de la ciudad en columnas de cuatro. Como el caracol con el que se identifican, se movían lentamente, esperando los contingentes de zapatistas que seguían llegando. Para demostrar la organización del evento, se agruparon según los números (del 1 al 29) que estaban cosidos en sus pasamontañas. Unos cuantos zapatistas caminaban junto a las columnas, actuando como mariscales en caso de que alguien se saliera de la fila. Trazaron un camino recto por las calles hasta que rompieron las columnas para crear el patrón de un caparazón de caracol mientras caminaban.
Al mediodía, un grupo masivo de zapatistas había llegado a la calle Diego de Mazariegos, una avenida principal en el centro de San Cristóbal de las Casas. Había tanta gente marchando que los observadores no podían ver el horizonte más allá de ellos. Miles de mujeres y hombres, abuelas y abuelos, adolescentes, niños y bebés inundaron la plaza. Formaron una U, cayendo rápidamente en su posición como un maremoto de puntos negros o filas de hormigas obreras cuya ruta es inmutable. Parecían infinitos: miles de personas envueltas en pasamontañas negros que habían venido para mostrarle al mundo que el resto de nosotros también debemos hacer nuestro trabajo. En perfecta coordinación, los zapatistas subieron a una plataforma de madera que había sido instalada durante la acción y, aún en completo silencio, levantaron los puños.
Sin palabras, el simbolismo era claro. Los zapatistas decían: estamos aquí y estamos luchando. Continuaban la lucha, a pesar del fin de los ciclos del calendario, ya fuera un ciclo presidencial de seis años o un período del calendario maya de 394 años.
Luego de descender de la plataforma en la plaza central, los zapatistas se reagruparon detrás de las oficinas del gobierno de la ciudad. Cerca estaba la catedral donde, en 1994, el subcomandante Marcos se reunió con Manuel Camacho Solís, un funcionario del gobierno enviado por el ex presidente Salinas de Gortari, después de que zapatistas armados tomaran la ciudad, liberaran a los presos dentro de la cárcel e incendiaran un puñado de comisarías policiales. . En perfecto orden los zapatistas nuevamente formaron columnas y comenzaron a marchar hacia las afueras de la ciudad, de donde partieron horas después en cientos de camiones.
En las otras ciudades donde marcharon –Palenque, Ocosingo, Las Margaritas y Altamirano– llegaron y partieron de la misma manera. Al final del día en que Marcos emitió el comunicado, todos habían regresado a sus comunidades para seguir construyendo las soluciones a sus 13 demandas: vivienda, tierra, trabajo, alimentación, salud, educación, información, cultura, independencia, democracia, justicia, libertad y paz. Regresaron a sus comunidades, en definitiva, para seguir construyendo autonomía.
Muchos medios de comunicación informaron más tarde que la marcha representaba el “resurgimiento” zapatista. En realidad, la aparición pública fue diseñada para recordarle al mundo que el movimiento nunca había desaparecido. Los niños que marcharon el 21 de diciembre habían nacido en comunidades zapatistas; ya están viviendo en este otro mundo mientras el dominante se desmorona. El silencio digno de los zapatistas resonó mientras hablaban con los pies y trazaban un camino que mostraba a los espectadores el camino que les quedaba por recorrer. Para el resto del mundo, impresionado por su presencia digna y la vigilancia del “¡Basta!” que vienen proclamando desde 1994: el 21 de diciembre fue una lección de dignidad, organización y disciplina.
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