Fuente: Notas Laborales
Los trabajadores del aceite vegetal de Argentina terminaron 2020 con una nota alta, con una huelga nacional triunfante de 21 días por salarios más altos. Estaban presionando para que el salario mínimo fuera un salario digno, como lo exige la constitución.
Fue la huelga nacional más larga del año en el país y terminó con una victoria total: los sindicatos lograron un aumento salarial del 35 por ciento para todos los trabajadores, no sólo para los que ganaban el mínimo. Más de 20,000 familias de clase trabajadora obtuvieron un salario digno para 2021 (en Argentina los salarios se negocian en rondas anuales de negociación colectiva).
Los trabajadores del aceite vegetal trabajan principalmente en fábricas y muelles, procesando, clasificando y almacenando semillas y elaborando aceite. Trabajan mano a mano con los receptores de granos, los técnicos que verifican la calidad de las semillas y sus condiciones de conservación y almacenamiento antes de venderlas o enviarlas.
Los sindicatos utilizaron su posición estratégica para coordinar acciones que afectaron seriamente las exportaciones de agronegocios, el núcleo del comercio internacional de Argentina. Su victoria refuerza la importancia de la organización democrática, de la acción militante y de la coordinación de acciones a lo largo de las cadenas de suministro.
Los salarios en Argentina se han desplomado después de siete años de inflación creciente. Sin embargo, los empleadores se han negado a aumentar los salarios, utilizando la pandemia como excusa. La victoria de la huelga marca un importante paso adelante en la resistencia de los trabajadores.
EL COMPLEJO AGROINDUSTRIAL MÁS GRANDE DEL MUNDO
En las últimas dos décadas, Argentina se ha asegurado su lugar como un importante proveedor de aceite vegetal y semillas, principalmente a Estados Unidos, China y Brasil. El complejo agroindustrial más grande del mundo está ubicado en el Cinturón Industrial de Rosario, en el centro de Argentina. Los muelles privados de gigantescas fábricas, en su mayoría propiedad de corporaciones multinacionales, exportan cereales y productos derivados del petróleo en barcos que utilizan la hidrovía del río Paraná. Muchos grandes barcos terminan luego de cargar su carga en los muelles de aguas profundas de la provincia de Buenos Aires. Estos muelles son de propiedad privada de las mismas corporaciones: Cargill, Bunge, Glencore, ADM, Louis Dreyfus, COFCO, Aceitera General Deheza, Vicentin y Molinos Río de la Plata.
En 2018, los productos de soja, maíz y girasol representaron casi el 20 por ciento de las exportaciones argentinas. En consecuencia, el complejo manufacturero y logístico (los muelles de interconexión, las compañías navieras, las oficinas comerciales y las fábricas) asociado con la producción y circulación del aceite de soja se convirtió en un engranaje central de la economía nacional y en una de las principales fuentes de divisas que tanto necesitaba el país. .
La recesión económica mundial provocada por la pandemia de Covid profundizó la crisis de deuda externa de Argentina y su necesidad de dólares. Como resultado, todo el sector agroindustrial fue considerado “esencial” y el trabajo nunca se detuvo en las plantas, los campos, los muelles y los barcos. Las corporaciones presionaron al gobierno para obtener concesiones fiscales, que finalmente lograron el 20 de octubre. Al mismo tiempo, retrasaron las negociaciones salariales de mitad de año que habían acordado con los sindicatos en abril.
En octubre, la Cámara de Procesadores de Aceites Vegetales se negó a aumentar los salarios y el sindicato de receptores de cereales (URGARA) se unió a la federación de trabajadores del aceite vegetal (FTCIODyARA) en una huelga de un día. El Ministerio de Trabajo inició un proceso de negociación, pero éste terminó a principios de diciembre sin una resolución. SOEA San Lorenzo, un sindicato local de aceites vegetales fuera de la federación, también respondió a la intransigencia de los empleadores con una huelga. En los días siguientes, las tres organizaciones coordinarían sus acciones y demandas.
$100 MILLONES AL DÍA
A las 6 de la mañana del 9 de diciembre, la federación de trabajadores aceiteros y el sindicato de receptores de granos iniciaron su huelga, paralizando las instalaciones oleaginosas a lo largo del río Paraná y las costas de la provincia de Buenos Aires. Por la tarde, SOEA San Lorenzo, que llevaba tres días de huelga entre el 3 y el 6 de diciembre, se unió a la federación y a los receptores de granos, paralizando el resto del complejo.
En el momento álgido de la huelga, más de 170 buques de carga esperaban para cargar granos en el río Paraná. Asociaciones empresariales y corporaciones denunciaron la paralización, que cuesta 100 millones de dólares diarios. Los trabajadores respondieron que el dinero que los empleadores perdieron cada día de huelga superó el costo total del aumento salarial exigido por los sindicatos.
Trabajadores y activistas protestaron en los accesos a los muelles y plantas petroleras, especialmente en las regiones de Rosario y San Lorenzo y en el gran complejo portuario de Bahía Blanca. Maestros y sindicatos de empleados públicos se unieron a los piquetes en solidaridad, además de trabajadores metalúrgicos de base, periodistas y miembros de organizaciones de trabajadores del sector informal. Líderes de organizaciones feministas y de derechos humanos expresaron su solidaridad a través de campañas en las redes sociales.
LA CONSTITUCIÓN MANDA UN SALARIO DIGNO
Luego de una larga reunión el 14 de diciembre, los tres sindicatos que iniciaron la huelga unificaron sus reclamos bajo una sola demanda: “Por un salario digno, como lo manda la constitución nacional”. Esta fue una demanda de larga data de la federación de trabajadores del aceite vegetal y del núcleo político de una huelga de 25 días en 2015 eso puso de relieve la estrategia de la federación y su entonces nuevo liderazgo.
Los sindicatos argentinos normalmente fijan demandas salariales con referencia a la “canasta básica”: un conjunto más pequeño y cada vez más reducido de bienes de consumo definidos por el Estado con referencia a indicadores nutricionales básicos. Pero los trabajadores del aceite vegetal exigieron que se incluyeran otros costos en la fijación del salario mínimo, incluyendo “vivienda digna, educación, atención médica, vestimenta, recreación, transporte, vacaciones y jubilación”. como se describe en el país Ley de Contrato de Trabajo.
Desde que un nuevo liderazgo asumió la junta directiva nacional de la federación de trabajadores del aceite vegetal, un grupo de asesores y activistas de la Universidad del Rosario se ha involucrado en el trabajo técnico de traducir esta noción de “salario decente” a una lista de bienes y luego a dinero. Esto se ha convertido en la base de las demandas salariales anuales de la federación.
Esta estrategia introduce un importante debate dentro del movimiento sindical: si las demandas sindicales deberían ser moldeadas por las necesidades de las familias de la clase trabajadora, en lugar de las estimaciones de costos y ganancias de los empleadores. Por primera vez, los principales sindicatos del complejo exportador de agronegocios acordaron exigir el equivalente al “salario decente” determinado por la federación, fortaleciendo su posición en la negociación.
“Nuestro reclamo no se basa en la inflación ni en las ganancias extraordinarias de nuestros empleadores” leyó un comunicado de la federación de trabajadores del aceite vegetal durante la huelga. “Nuestro reclamo surge de nuestras necesidades y de lo que la Constitución Nacional establece como nuestro derecho a una vida digna”.
HUELGA SOLIDARIA DE SINDICATOS PORTUARIOS
El 22 de diciembre, diez sindicatos de San Lorenzo, organizados en la Intersindical Marítimo Portuario y Afines, hicieron huelga en solidaridad con los sindicatos de aceite vegetal. Durante 36 horas, trabajadores de remolcadores, marineros y otros técnicos involucrados en las operaciones de atraque y transporte marítimo paralizaron la poca actividad restante que la huelga en curso no había detenido ya. No se trataba simplemente de una huelga de solidaridad: todos ellos también participaron en la negociación salarial, ante la negativa de los empleadores a conceder aumentos significativos. La huelga coordinada fortaleció la posición de todos los sindicatos incluso cuando negociaban de forma independiente.
Finalmente, el 29 de diciembre, los tres sindicatos que iniciaron la huelga llegaron a un acuerdo con las asociaciones patronales para un aumento salarial del 35 por ciento. Los salarios mínimos se fijarán en 93,000 pesos argentinos, o unos 1,060 dólares mensuales. Al cabo de tres días, los demás sindicatos llegaron a sus propios acuerdos.
UNA ESTRATEGIA COORDINADA
La movilización de las bases y la unidad de acción con otros sindicatos en la cadena de agronegocios fueron dos aspectos destacados de la estrategia de la federación de trabajadores del aceite vegetal. La federación eligió una nueva dirección hace unos años después de una feroz disputa dentro de sus filas sobre la estrategia sindical, su relación con los partidos políticos y el Estado, y la democracia interna.
La nueva dirección, forjada en luchas locales contra la subcontratación y la inseguridad laboral, adoptó principios democráticos para dirigir el sindicato. Las asambleas y reuniones ahora pueden decidir acciones directas en los lugares de trabajo. Cada año, el sindicato organiza al menos dos sesiones plenarias con delegados, activistas y líderes locales para discutir la situación económica y política y establecer tácticas en torno a la negociación colectiva.
Cada sindicato local también podrá organizar asambleas y reuniones para discutir temas locales, promoviendo siempre la participación de sus miembros. Como consecuencia, se ha desarrollado un sindicato vigoroso, capaz de organizar y apoyar conflictos duraderos mediante la movilización de miembros, delegados y líderes. Durante el transcurso de la huelga, la federación promovió asambleas locales en cada planta y asambleas conjuntas con los demás sindicatos involucrados en la huelga. Se llevaron a cabo para informar a los líderes sobre los sentimientos de los miembros y discutir la continuación de la huelga.
La federación ha tratado de fortalecer su posición tomando medidas coordinadas con los trabajadores y otros sindicatos en sectores a lo largo de la cadena de suministro, como el comercio minorista, la seguridad y los muelles. En los últimos años, la coordinación entre sindicatos ha resultado en aumentos significativos del salario mínimo a través de acuerdos regionales en San Lorenzo, Villa Gobernador Gálvez y Punta Alvear.
Esta vez, la unidad de acción alcanzó nuevos niveles. Primero, aprovechó la posición estratégica de las instalaciones agroexportadoras, paralizando toda la cadena de suministro a pesar de que algunas ocupaciones como camioneros y trabajadores agrícolas no se unieron a la huelga. En segundo lugar, llevó las tácticas anteriormente locales al nivel nacional. En tercer lugar, a través de la huelga conjunta, cada sindicato fortaleció su posición. Éstas son lecciones importantes para un movimiento sindical atrapado en tácticas sectoriales o de rama, donde los sindicatos se han acostumbrado a luchar solos.
Julia Soul es investigadora del TEL taller de estudios laborales y el HACER TECHO centro de investigaciones laborales y colaborador de la agencia de noticias independiente ANRed (Agencia de Noticias RedAcción). Ernesto Torres es un periodista medios independientes.
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