El 9 de octubre de 1967, en el sur de Bolivia, cerca del árido y desolado pueblo de La Higuera, el ejército boliviano, siguiendo instrucciones del gobierno de Estados Unidos, atrapó a la aislada columna guerrillera liderada por Ernesto 'Che' Guevara. El Che, un héroe de la Revolución Cubana de 1959, creía que Cuba a sólo 90 millas de distancia del territorio continental de Estados Unidos, seguiría siendo vulnerable a menos que otras revoluciones tuvieran éxito en el mundo. Su reacción ante el violento bombardeo estadounidense de Vietnam había sido similar: no era suficiente para defender Vietnam, dijo, pero era necesario "crear dos, tres, muchos Vietnam". El fracaso en provocar la revolución en el Congo llevó al Che a Bolivia, donde su ejército lo atrapó. Finalmente fue capturado y llevado a una escuela. El soldado Mario Terán Salazar fue el encargado del asesinato. El Che miró a este hombre tembloroso. “Cálmate y apunta bien”, le dijo. "Vas a matar a un hombre". El Che murió de pie.

De hombre, Ernesto Guevara (n. 1928) pasó a ser mito. Es difícil no conmoverse ante la vida de este médico argentino que se convirtió en revolucionario.

Radicalizados por la realidad

Su tutela en el pensamiento revolucionario provino de sus experiencias entre los leprosos de Venezuela y los mineros del estaño de Bolivia, entre los revolucionarios de Argentina y el golpe de 1954 en Guatemala. La realidad lo radicalizó. Sólo más tarde contaría que había sido influido por, según sus propias palabras, "la doctrina de San Carlos", su astuta referencia a Karl Marx.

En 1953, en México, Guevara conoció a Hilda Gadea, una revolucionaria del APRA peruano (Alianza Popular Revolucionaria Estadounidense). Gadea instruyó a Guevara en la teoría marxista y en las corrientes radicales que entonces inflamaban la región. Se mudaron a Guatemala en septiembre de 1954, que entonces se encontraba en medio de una importante lucha contra el gobierno estadounidense y las corporaciones con sede en Estados Unidos. Un gobierno elegido democráticamente encabezado por Jacobo Árbenz intentó llevar a cabo reformas agrarias básicas, que chocaron con la United Fruit Company. Guevara quedó marcado por el papel de esta corporación en el gobierno de Guatemala.

A su tía Beatriz le escribió: “He tenido la oportunidad de recorrer los terrenos de la United Fruit y esto me ha convencido una vez más de la vileza de estos pulpos capitalistas. He jurado ante un retrato del viejo y lloroso camarada Stalin no descansar hasta que estos pulpos capitalistas hayan sido aniquilados. Me mejoraré en Guatemala y me convertiré en un verdadero revolucionario”.

Cuando Estados Unidos inició el golpe contra el gobierno de Arbenz, Guevara salió a las calles. No salió nada bueno de ello. Guevara y Gadea huyeron a México. Fue allí donde, gracias a Gadea, conocieron a Raúl Castro y, finalmente, a su hermano Fidel. Poco después, Guevara abordaría un barco destartalado, el Granma, con los Castro y otras 79 personas para lanzar la Revolución Cubana. Cuando su barco llegó a Cuba, los militares mataron a 70 de los revolucionarios. Los supervivientes se apresuraron hacia el interior y con pura determinación procedieron a formar el ejército campesino que finalmente venció al dictador Fulgencio Batista, respaldado por Estados Unidos, a finales de 1959.

Los jóvenes revolucionarios heredaron un país en quiebra. Batista había transferido 424 millones de dólares de reservas cubanas a bancos estadounidenses. Los préstamos no llegaron. En una reunión nocturna, Castro preguntó si había algún economista entre ellos. El Che levantó la mano. Se convirtió en el jefe de la economía. Más tarde, cuando Castro le preguntó acerca de estas credenciales, el Che respondió que creía que Castro había preguntado: "¿Quién es comunista?". El Che asumió su tarea con energía y determinación. Estados Unidos había impuesto un embargo contra la isla en 1962. Asfixió a Cuba. El periodista uruguayo Eduardo Galeano fue a entrevistar al Che en 1964. "No quiero que todos los cubanos deseen ser un Rockefeller", dijo Guevara. Quería construir el socialismo, un sistema que “purificara a la gente, la llevara más allá del egoísmo, la salvara de la competencia y la codicia”. Fue una tarea de enormes proporciones, dificultada por la pobreza del tesoro y de la población; aunque el espíritu del pueblo cubano los impulsó a ofrecer su trabajo voluntario para construir sus recursos.

Los años de Cuba

“Cuba nunca será un escaparate del socialismo”, le dijo Guevara a Galeano, “sino más bien un ejemplo vivo”. Era demasiado pobre para convertirse en un paraíso. Sin embargo, podría irradiar amor por su propio pueblo y por el mundo. Para Guevara el amor lo era todo, clave para su idea del socialismo. En una carta a sus cinco hijos escrita en camino a Bolivia, Guevara dijo: “Sé siempre capaz de sentir en lo más profundo de tu ser todas las injusticias cometidas contra cualquier persona, en cualquier parte del mundo. Ésta es la cualidad más hermosa que puede tener un revolucionario”.

El epílogo

En cuanto al destino de quienes mataron a Guevara hace 50 años, el dictador boliviano René Barrientos murió un año después cuando su helicóptero estalló en llamas. El general Joaquín Zenteno Anaya, que dirigió la operación contra el Che, fue asesinado a tiros en las calles de París. El mayor Andrés Selich Chop, quien dirigió a los Rangers para capturar al Che, fue asesinado por la dictadura de Hugo Banzer. Monika Ertl, miembro del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia, mató en Hamburgo al coronel Roberto Quintanilla Pérez, quien había anunciado al mundo la muerte del Che.

Mario Terán Salazar, el soldado que disparó contra el Che, se ocultó. Muchos años después, en 2006, el gobierno cubano operó al asesino del Che para extirparle una catarata del ojo sin cargos. El legado del Che no fue la venganza. Sigue siendo el amor de un médico por la humanidad.

Vijay Prashad es el editor jefe de LeftWord Books. Está trabajando en un libro sobre el comunismo del Tercer Mundo.


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Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es colaborador de redacción y corresponsal jefe de Globetrotter. Es editor de LeftWord Books y director de Tricontinental: Institute for Social Research. Es miembro senior no residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Sus últimos libros son La lucha nos hace humanos: aprender de los movimientos por el socialismo y (con Noam Chomsky) La retirada: Irak, Libia, Afganistán y la fragilidad del poder estadounidense. Tings Chak es director de arte e investigador del Tricontinental: Instituto de Investigación Social y autor principal del estudio "Servir al pueblo: la erradicación de la pobreza extrema en China". También es miembro de Dongsheng, un colectivo internacional de investigadores interesados ​​en la política y la sociedad chinas.

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