Sólo en un mundo al revés podría el presidente de Estados Unidos ganar el Premio Nobel de la Paz. Sólo en un mundo al revés podría un hombre que presida dos ocupaciones extranjeras y controle el complejo militar más grande del mundo ganar el premio de la paz. Sólo en un mundo al revés podría Obama ganar el premio de la paz y al mismo tiempo expandir la ocupación en Afganistán y los bombardeos en Pakistán. Sólo en un mundo al revés podría Obama ganar el premio de la paz antes de traer la paz al mundo. Sólo en un mundo al revés el reconocimiento de los actos podría preceder a los actos mismos.
Sorprendentemente, la reacción de los líderes mundiales ante el anuncio ha sido cautelosamente optimista. Tengo que pensar que la reacción de la mayoría de las personas que representan estos líderes es notablemente diferente. Sé que en mi pequeño rincón del mundo todas las personas con las que he hablado se han mostrado escépticas. Parece que el potencial para un cambio progresivo hacia un mundo más pacífico y seguro es lo que se esconde detrás de esta reacción. Sin duda, el potencial está ahí. Obama tiene quizás una oportunidad única en una generación de lograr grandes avances en una serie de temas que van desde el desarme nuclear, la catástrofe ambiental, el complejo industrial militar y el fin de embargos y sanciones comerciales contra aquellos países que no se doblegan ante la voluntad del imperio. Sin embargo, la oportunidad es sólo pasajera y el ímpetu para aprovecharla sólo procederá de una auténtica presión y protesta pública. Es ingenuo pensar que Obama lo hará solo. Independientemente de las convicciones personales y la composición de su carácter, Obama estará bajo la misma presión para mantener a flote el barco imperial que enfrentan todos los presidentes estadounidenses. Para hacerlo tendrá que recurrir a las mismas personas y a los mismos intereses que ayudaron a formular la situación en la que nos encontramos actualmente. Sólo hay que mirar la crisis económica y el rescate bancario de Bush II y Obama. Obama heredó una crisis en proceso de desarrollo, no causada por Bush II pero que ciertamente pasó a primer plano bajo su reinado. Para hacer frente a la situación, Obama nombró a ex burócratas de la era Clinton y a otros miembros de Wall Street para puestos de influencia y poder oficial. Con toda la retórica sobre el cambio en el período previo a su elección, Obama no podría haber hecho otra cosa que mantener el status quo. Con el sistema financiero en un lío, se vio obligado a recurrir a las mismas personas que ayudaron a crear la burbuja para arreglarlo, siendo esa la lógica paradójica detrás de la complejidad laberíntica del sistema financiero.
Este mismo patrón se repetirá una y otra vez en todas las esferas de la administración de Obama, a menos que haya una presión sustancial desde afuera que lo obligue a hacer cambios. Las guerras imperiales lanzadas por Bush II y continuadas por Obama, a través de Robert Gates, son un ejemplo de ello. A menos que se vea literalmente obligado a cambiar el status quo, Obama estará bajo intensa presión para mantener el imperio a un alto costo para todos nosotros. Hasta que el público estadounidense lo obligue a renunciar a los ataques preventivos y a la ocupación extranjera, medios legítimos para promover un mundo más seguro y pacífico, todos viviremos bajo el espectro de una guerra inminente, opresión, empobrecimiento y alienación. En un mundo al revés nuestra única posibilidad de paz es darle la vuelta y exigir el acto de paz antes del reconocimiento de la misma.
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